Me sorprende ver cómo han cambiado los hábitos y
los juguetes de los niños. Yo me he criado en un pueblo, en plena naturaleza,
rodeado de montes, barrancos y caminos de tierra, totalmente alejado de la
ciudad. Por ese motivo siempre creí que tanta diferencia en los juguetes y en
la forma de jugar se debía a esas dicotomías entre campo y ciudad. Pero estoy
llegando a la conclusión de que no es así, es que los niños están cambiando a
la par que la tecnología, y he de decir que a peor (al menos en el caso de los
niños) a mi parecer.
Antes de cumplir los 6 años me habían regalado un
scalextric y un tren eléctrico. Pues bien, con el primero jugaba de navidad en
navidad, parte porque mis padres por alguna razón no me lo dejaban, parte
porque realmente no lo necesitaba. En el caso del tren, aún hoy día no he jugado
con él, y tengo ya 35 tacos, ya lo mismo ni marcha.
La imaginación es lo más maravilloso que puede
tener un niño. En mi infancia no necesitábamos juguetes para jugar, es más, hemos
tenido pocos, la verdad. En el campo hay una cosa que los niños no encuentran
en la ciudad: espacio, y junto a ésto, la libertad. Nos pasábamos los días
enteros jugando en la calle, unas veces cerca, otras lejos, muy lejos, pero
siempre a nuestras anchas. Un simple palo, una piedra con forma de pistola nos
bastaba para vivir incontables aventuras. Otras veces nos entreteníamos en
fabricarnos rudimentarios arcos con ramas de retama, o sofisticadas ballestas
hechas con dos trozos de madera, un trozo de la recámara de una rueda y una
pinza para coger las flechas hechas de caña.
Con eso y poco más podíamos jugar a lo que fuese.
Ahora que los niños ni salen de sus casas, a lo más dan unas vueltas en bici,
el resto del tiempo están en sus casas, jugando con consolas, viendo tele, o
con sus móviles, tablets u ordenadores. En definitiva, cada vez los niños
tienen menos imaginación, ya no tienen que inventar nada para jugar, todo lo
tienen hecho. Espero no educar a mis hijos futuros en esta nueva infancia, los
llevaré al pueblo siempre que pueda...
Hasta pronto...
Envidio tu infancia. A mí también me gustaria criar a mis hijos de esa forma.
ResponderEliminarSandri